miércoles, 27 de febrero de 2013

A la puta que se llevó mis poemas

Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡POR DIOS!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!

¿Tratas de joderme como a los demás?
¿Por qué no te llevaste mejor mi dinero?
Usualmente lo sacan de los dormitorios y de los pantalones borrachos y enfermos en el rincón.
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo o un billete de 50,
pero no mis poemas.

No soy Shakespeare
pero puede ser que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros.
Siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
veo que he creado muchos poetas pero no mucha poesía. 



C. Bukowski


sábado, 23 de febrero de 2013

Los hermanos Karamazov

Pretendía reseñar una vez más la novela que acabo de leer, pero me temo que esta vez no va a ser posible. En su lugar, me dirijo a escribir la carta de amor más larga que he escrito hasta ahora.

Si he intentado escribir las reseñas de la manera más objetiva y lejana a mi punto de vista (repito, intentado), ha sido por la tentativa de plasmar lo que estas grandes novelas conllevan como novelas excepcionales que son, y no porque yo lo diga.

Después de leer por segunda vez a Dostoyevski, esta vez a lo largo de mas de 1100 páginas, me veo incapaz de reprimir todo lo que este autor transmite. Aunque la cifra de un poco de miedo en un principio, la forma en que está estructurada hace que sea bastante fácil de seguir el hilo. Está compuesto por cuatro partes de 3 libros cada una. El tomo completo son 12 libros, compuestos cada uno de ellos a su vez de entre 5 y 10 capítulos. Esto hace que los capítulos sean lo suficientemente cortos como para que el lector los termine fácilmente, ordene los hechos en su mente y no pierda detalle de cuanto sucede. Además, cada capítulo lleva un título que engloba lo que ocurre en sus páginas. Todo esto me parece muy útil en un libro de semejante longitud. Así, si el lector se encuentra en medio de una de esas explicaciones psicológicas, historias de la infancia o teorías filosóficopolíticas de alguno de los personajes, no tiene más que consultar el índice para ubicar esa digresión o inciso dentro de la historia. 

El argumento, como bien cabría esperar de su autor, es un gran representante de la cultura, historia  y literatura del pueblo ruso. La propia Rusia aparece a menudo mencionada por los personajes como una gran madre, vieja y con demasiados hijos, que ampara a todo individuo que haya nacido en sus bastas tierras. Pero el número es tan enorme que reina el caos y el desorden y aunque los haya muy ricos, la gran mayoría es pobre e ignorante. Se hace alusión a su esplendor, perdido o que está por llegar, y a cómo la ausencia de éste condena las vidas de todos, quienes no por ello dejan de alabar y amar a la vieja madre Rusia por encima de sus desgracias.  

Cuenta la historia la relación entre los miembros de la familia Karamazov: Fiódor, el padre, y sus hijos, Dmitri, de la primera esposa, Ivan y Alexéi de la segunda, y el bastardo Smerdiakov, cuyas madres todas han muerto.

 

Fiódor, el mayor sinvergüenza de la hipotética ciudad donde acontecen los hechos, ni ha criado ni muestra cariño por ninguno de sus hijos, a excepción de Alexéi. Las únicas cosas que le importan en la vida son el dinero y satisfacer sus deseos.


Dmitri es un vividor: juerguista, mujeriego y pasional. Aunque en general es incapaz de dominar sus impulsos, siente cierto arrepentimiento y culpa cuando obra mal, y poco a poco se va desarrollando en él la intención de curarse de los vicios que alimentan su vida y así poder salvarse.


Iván es el intelectual de los hermanos, pero cuya propensión a buscar una explicación racional para todo constituye su mayor desdicha. Niega que exista un Dios bueno, no tiene esperanza ni fe en la humanidad, lo que le hace sentirse lejano de la mayoría de las personas y chocar con su hermano pequeño.


Alexéi, o Aliosha, es como el ángel que todo lo ilumina, la única persona de quien no podemos decir nada en contra. Vive como novicio en un monasterio y es el héroe de la novela. Su alma está llena de amor hacia el mundo y proclama el perdón y la palabra de Dios allá donde va.



La vida de Smerdiakov se nos presenta como una tragedia desde el principio, fruto de la violación de su padre a una deficiente mental. Idolatra a Iván y son sus artículos sobre la inexistencia de Dios lo que marcan su personalidad atea y miserable. 

Creo que no hay nadie como Dostoyevski para crear a un personaje y conocer hasta el más mínimo detalle de lo que pasa por su cerebro. Es una de las razones por las que yo adoro su estilo y otros no pueden con él. Aunque en sus novelas incluya siempre a psicópatas, asesinos, alcohólicos, ludópatas, pervertidos, ladrones, cafres, nihilistas y demás, las historias personales de dichos individuos nos hacen conocerlos, familiarizarnos hasta tal punto con sus mentes enfermas y/o miserables que el lector acaba por comprender por qué son así y por qué actúan de esa manera. En ocasiones acabamos incluso sintiendo compasión por ellos, pues sus actos no son más que consecuencia de las condiciones en que les ha tocado vivir. Y he aquí donde aparece el componente crítico de sus obras: con Dostoyevski no sólo leemos, si no que también aprendemos sobre psicología, filosofía, historia, religión y lo más importante de todo: nos da una gran lección de humanidad, moral y ética. Todo ello siempre desde un punto de vista cristiano y ortodoxo, pero con un componente más humano que religioso al fin y al cabo. Es algo que sobre todo queda latente en la dureza de sus trágicas historias. Las novelas de Dostoyevski están llenas contrastes entre lo más humilde y lo más mundano, entre lo más mezquino y lo más bondadoso, etc. Si tengo que ser objetiva, reconozco que abundan las situaciones y los caracteres trágicos, mucho más que los placenteros. Por eso, los más bien escasos pasajes tiernos en los que se impone la compasión y la sensatez por encima de toda esa negrura brillan con luz propia, y son además un alivio para el lector (todos somos humanos).

La historia de Los hermanos Karamazov es todo un culebrón. Karamazov padre, que ha ido acumulando capital a base de heredar de sus difuntas esposas, se muestra reacio a entregar la última parte de la herencia de la madre a su primogénito, Dmitri. Éste, que no tiene ni cuidado ni control de todo el dinero que toca, se encuentra sin un rublo. Está prometido con una joven de la que se encaprichó hace tiempo y que ahora es muy rica, pero todo se tuerce cuando conoce a la adorable y a la vez malvada Grushenka, el personaje que desencadena el mayor enredo de todos, y de quien se enamora enloquecidamente. A esta mujer le atraen tanto los follones como el dinero y es por eso que decide seducir al padre, quien también se obsesiona con ella. Por lo tanto, tenemos al padre y al hijo peleándose y compitiendo por la herencia y una misma mujer, mientras van enredando al resto de los hermanos y personajes. Iván, a su vez, empieza consolando a la deshonrada novia de Dmitri y acaba amándola en secreto. Aliosha, por su parte, hace de mediador entre unos y otros y los compadece, pero no puede frenar el irremediable odio que se genera en torno a Dmitri, ni en torno al padre, ni el inminente crimen del que todo el mundo habla y presiente.

Aunque toda la obra gira en torno a un único hecho, la presencia de dicho crimen, las mil y pico páginas dan mucho más que para la presentación, nudo y desenlace del mismo. Nos encontramos con mil historias paralelas o independientes que poco influyen en el argumento principal. Esto último es más bien cuestionable. En la introducción, llamada "Advertencia del autor", Dostoyevski advierte que la obra está pensada para hacer pública la vida y vivencias de su héroe, que es Aliosha. Aunque en esta primera novela (pensada para ser la primera de dos), se explaye más en narrar los acontecimientos en torno al lío familiar, varias de las historias hacen en realidad de soporte para dar a conocer y engrandecer la figura de Aliosha, que se supone cobrará más protagonismo en la segunda novela. Lamentablemente, Dostoyevski murió al año de haber terminado Los hermanos Karamazov, por lo que de la segunda novela sólo le dio tiempo a escribir unas cuantas notas. No hay segunda parte que vaya a echar más de menos, y que nunca llegará.

Dentro de los relatos paralelos, son especialmente dignos de mencionar la vida del ermitaño Zosima y la del pequeño Iliusha. El ermitaño es una persona iluminada, en muchos aspectos similar a un santo. Los pasajes en los que aparece y se narra su vida son muy proféticos y de gran contenido espiritual. Aquí se ve claramente que el libro está pensado por una parte para reforzar la fe de los creyentes, aclarar las dudas de aspecto existencial, y propagar la palabra de Dios: el amor a la vida y a la humanidad por encima de todas las cosas. No quiero confundir a nadie, no es un libro religioso. Pero sí tiene gran contenido espiritual y profético, escrito con una maestría y sabiduría sobre el tema que abrumarían a cualquier persona, aunque ni siquiera crea en Dios. La tragedia del pequeño Iliusha es bastante impactante por la crueldad y la violencia que aparecen a través de personajes infantiles. Estos, sin embargo, dan un final de cuento a la novela, grandioso y en el que se alza la luz en la última página.

Seguramente esto no sea lo que muchos entienden por una declaración romántica, pero es mi particular forma de decir que Dostoyevski es y será siempre mi amor platónico.



m



P.D. Las imágenes están cogidas de la adaptación de Richard Brooks al cine en 1958. Como película no está mal, pero es como un cuento de hadas con unicornios rosas sobre un fondo de arcoiris en comparación con la novela.

sábado, 16 de febrero de 2013

Song of Myself / Canto a mí mismo

II
Houses and rooms are full of perfumes... the shelves
   are crowded with perfumes,
I breathe the fragrance myself, and know it and like it,
The distillation would intoxicate me also, but I shall not let it.

The atmosphere is not a perfume... it has no taste
   of the distillation... it is odorless,
It is for my mouth forever... I am in love with it,
I will go to the bank by the wood and become undisguised and naked,
I am mad for it to be in contact with me.

The smoke of my own breath,
Echoes, ripples, and buzzed whispers... loveroot, silkthread,
   crotch and vine,
My respiration and inspiration... the beating of my heart...
   the passing of blood and air through my lungs,
The sniff of green leaves and dry leaves, and of the shore
   and darkcolored sea-rocks, and of hay in the barn,
The sound of the belched words of my voice... words loosed
   to the eddies of the wind,

A few light kisses... a few embraces... reaching around of arms,
The play of shine and shade on the trees as the supple boughs wag,
The delight alone or in the rush of the streets, or along
   the fields and hill-sides,
The feeling of health... the full-noon trill... the song of me
   rising from bed and meeting the sun.

Have you reckoned a thousand acres much? Have you reckoned
   the earth much?
Have you practiced so long to learn to read?
Have you felt so proud to get at the meaning of poems?

Stop this day and night with me and you shall possess the origin
   of all poems,
You shall possess the good of the earth and sun... there are
   millions of suns left,
You shall no longer take things at second or third hand... nor
   look through the eyes of the dead, nor feed on the spectres
   in books,
You shall not look through my eyes either, nor take things from me,
You shall listen to all sides and filter them from yourself.

Walt Whitman

Las casas y los aposentos están cargados de perfumes, 
los estantes y los armarios están cargados de perfumes. 
Aspiro y me complazco en su fragancia, 
siento su influjo enervador, 
pero me rebelo...  Me rebelo y me escapo. 

La atmósfera no es un perfume. 
No tiene el gusto de las esencias; 
es inodora, 
está hecha para mi boca 
y yo lo absorbo y la adoro como a una novia. 
Iré a los repechos donde comienzan los bosques 
y me desnudaré para gozar enloquecido su contacto. 
Me gusta ver el vaho de mi aliento, 
las ondas del río, 
los hilos de seda que se cruzan entre los árboles, 
las horquillas donde descansa la vid. 
Me gusta oír los ecos, 
los zumbidos, 
los murmurios de la selva. 

Me gusta sentir el empuje amoroso de las raíces 
al través de la tierra, 
el latido de mi corazón, 
la sangre que inunda mis pulmones, 
el aire puro que los orea 
en inspiraciones y espiraciones amplias. 
Me gusta olfatear las hojas verdes 
y las hojas secas, 
las rocas negruzcas de la playa 
y el heno que se apila en los pajares. 
Me gusta oír el escándalo de mi voz, forjando 
palabras que se pierden en los remolinos del viento. 
Me gusta besar, 
abrazar 
y alcanzar el corazón de todos los hombres con mis brazos. 
Me gusta ver entre los árboles el juego de luces 
y de sobras cuando la brisa agita las ramas. 
Me gusta sentirme solo entre las multitudes de la ciudad, 
en las estepas 
y en los flancos de la colina. 
Me gusta sentirme fuerte y sano bajo la luna llena 
y levantarme cantando alegremente a saludar al sol. 
¿Qué creíais? 
¿Qué me conformaría con mil hectáreas de tierra nada 
más? 
¿Pensasteis que toda la tierra sería demasiado para mí? 
¿Para qué habéis aprendido a leer si no sabéís 
ya interpretar mis poemas? 
Quédate hoy conmigo, 
vive conmigo un día y una noche 
y te mostraré el origen de todos los poemas. 
Tendrás entonces todo cuanto hay de grande en la Tierra y en el Sol 
(existen además millones de soles más allá) 
y nada tomarás ya nunca de segunda ni de tercera mano, 
ni mirarás más por los ojos de los muertos, 
ni te nutrirás con el espectro de los libros. 
Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos 
ni tomarás las cosas de mis manos. 
Aprenderás a escuchar en todas direcciones 
y dejarás que la esencia del Universo se filtre por tu ser.

Traducción de León Felipe


domingo, 10 de febrero de 2013

La metamorfosis

Extravagante, surrealista y por supuesto Kafkiana donde las haya, narra la fatal y repugnante transformación de un individuo en insecto.

Gregorio Samsa es un hombre dedicado plenamente a su trabajo y al bienestar de su familia, hasta que un día se despierta en el cuerpo de un enorme insecto. A partir de ahí se verá complicada tanto la vida de su familia como su propia existencia. Deberá hacer frente al rechazo por parte de sus seres queridos ahora que no es capaz de ganar el sustento por ellos. Es más, por primera vez ocurre a la inversa y serán ellos los que tengan que trabajar y alimentarlo a él.

Es fascinante la habilidad de Kafka para provocar en el lector las reacciones más contrapuestas. Por un lado, la grima que produce al principio la descripción del monstruoso bicho. Lo increíble, es que dicha descripción no la hace un narrador o personaje desde fuera, si no que es el propio bicho quien se mira a sí mismo y cuenta lo que ve. Por el otro, la compasión que despierta su situación pues se trata de una criatura de gran corazón que, aunque atrapada en un cuerpo monstruoso, es bastante más humana que los humanos que la rodean. Su propia familia quedará tan desconcertada y traumatizada por la nueva forma de Gregorio que pondrán en duda hasta su vínculo sanguíneo y olvidarán todo lo que de él un día recibieron, manteniéndolo con vida a duras penas y en penosas condiciones.

Una de las claves para entender la literatura de Kafka es sin duda conocer su historia personal. Especialmente en La metamorfosis queda reflejada de manera implícita la dolorosa relación con su padre y cómo esto lo marcó de por vida, convirtiéndolo en una persona insegura y oprimida. Su padre aparece como una figura autoritaria y despótica que no sólo nunca tuvo en cuenta los sentimientos de su hijo, sino que ni siquiera llegó a conocer su gran talento.

Su genialidad como escritor no fue reconocida hasta después de su muerte. Genialidad que ni él mismo, ni su padre, ni la sociedad de su época reconocieron a excepción de su fiel amigo Max Brod, quien decidió sacar a la luz las obras que Kafka mandó destruir después de su muerte, como El proceso, El castillo y El desparecido (América).

Por su estilo auténtico y, en mi opinión, inclasificable, no puedo sino considerar a Kafka como uno de los más grandes escritores, no sólo del siglo XX, si no te la literatura contemporánea universal. Por algo se acuñó el término Kafkiano que, como ya mencioné, se usa para referirse a situaciones amargas, fatigosas y sin salida. Reconozco que leer a Kafka puede resultar en ocasiones incluso desagradable, pero es una lectura que no tiene desperdicio, tanto por su riquísima prosa como por el contenido sumamente original y metafórico de sus historias y, siendo claro ejemplo de ello La metamorfosis, surrealista.




Reseñado por m.